Está por encima del género humano, como corresponde a todos los personajes absolutistas. Su excesiva vulgaridad desprestigia a toda la clase política que trabaja y dedica parte de su vida a intentar mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanas/os.
Con este personaje no queda espacio para la razón. Se aferra al poder, al que cree conferido por la sangre y la elección divina.
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